domingo, 19 de octubre de 2014

Con la tecnología no alcanza

Aunque muchos sepan que “con la tecnología no alcanza”, la práctica suele decir lo contrario. Así, según Stillo, se suele dar a los chicos dispositivos por el mero hecho de que son de vanguardia, “porque es lo que se espera que se esté utilizando y no necesariamente se insertan en proyectos pedagógicos”.
Además, el hecho de que el niño sea capaz de manejar esta tecnología no quiere decir que comprenda el lenguaje informático o que sea capaz de darle un uso más allá del superficial.
De hecho, muchos padres ni siquiera se cuestionan el uso pedagógico de la tecnología táctil, sino que lo emplean como una suerte de chupete 2.0: en un intento de calmar o entretener al niño, le ceden su tableta o teléfono y, en algunos casos, hasta le regalan uno.
Más que una actitud premeditada del padre o la madre, se trata de una postura de comodidad. Nada como ponerle al pequeño una película durante los viajes largos o darle el aparato para que juegue a algún videojuego cuando está aburrido como para dejar de escucharlo llorar o quejarse.
Estas situaciones se señalan como las más usuales al momento de poner en manos de los hijos un dispositivo móvil. Por eso, tendría que ser una decisión parental más. Deberían plantearse si están haciendo bien en introducir a su hijo en esta tecnología y en fomentársela, preguntarse cuántas horas deberían permitirle jugar, cuántos días a la semana y en qué situaciones habrían de prohibirlo. Ellos, que al igual que la comunidad científica no saben qué efectos sociales y neurológicos tendrá en el largo plazo el uso de estos aparatos por parte de los niños, deberían plantearse la duda.
Para Stillo, las consecuencias más visibles están en la capacidad corporal y de aprendizaje, en el hecho de “mover el cuerpo de determinada manera (por ejemplo, deslizando el dedo) y así conseguir cierta información y acceder a ciertos lugares”. Pero los efectos sobre la capacidad de reflexión del niño “son otro tema”: “Te diría que en principio no la afecta. Al contrario, creo que se alimenta”.
Para Balaguer, más allá de la solución rápida que pueda significar dar al niño un iPad para calmarlo, lo que debería evitarse es el extremo de dar “canilla libre (de uso) las 24 horas”.
En definitiva, es un cambio de paradigma, es enseñar a pensar a partir de imágenes y no a partir de ideas”, dijo la docente e investigadora Mónica Stillo
De esta forma se evitaría que el niño, ante la frustración, prefiera recurrir a un objeto antes que a una persona. Porque necesita equivocarse y aburrirse, explicó el psicólogo. “Que el iPad no sea lo único que calme el aburrimiento”, agregó.

Aunque suene a lugar común, la cuestión está en el equilibrio. Porque si los beneficios no dependen solo del aparato sino del uso que se le da, lo mismo debería suceder con los peligros. Para la investigadora Stillo, los riesgos son culturales, no de la tecnologíaper se. Por ejemplo, “en las dificultades para moverse en otro tipo de contexto”, explicó e ilustró que un niño podría tener problemas para la comprensión lectora “por tener demasiado acceso a materiales audiovisuales”. Por eso, una vez más, evitar estos riesgos tendrá que ver con la apuesta pedagógica.

Encontrar el equilibrio

Hallar un balance entre el tiempo, los días y la forma en que el niño accede a esta tecnología sería lo ideal. El problema es que aún no se sabe cómo es ese equilibrio. ¿Está equivocado el padre que deja que sus hijos jueguen con el iPad a diario, aunque sea solo un rato? ¿Es demasiado restrictivo el que solo permite este dispositivo los fines de semana? ¿Es preferible alejar a los niños de las pantallas en general?Para mí un sistema educativo tiene que considerarlas todas (las tecnologías), no solo las nuevas porque son nuevas”, opinó  Stillo

 Las “nuevas pantallas”, pero no se habla de las aplicaciones interactivas.
“Hay mucho para estudiar y aprender”, opinó Balaguer, y contó que estas preguntas son habituales en consultas y talleres, en todos los sectores socioeconómicos, tanto en Uruguay como en el resto del mundo.
Stillo coincidió en que aún no existe la perspectiva necesaria como para evaluar el fenómeno, sobre todo por la complejidad de la cultura. Es que se tienen ciertas tecnologías pero “tenemos que aprender a manejar otras, que todavía sobreviven”. Y agregó: “Por eso, para mí un sistema educativo tiene que considerarlas todas, no solo las nuevas porque son nuevas”.
Tal vez el iPad sea solo un juguete que termine aburriendo a los niños, de la misma manera en que una muñeca pasa al olvido cuando llega una nueva. Pero, aunque esto sucediera, el tiempo en que esa tableta haya estado en las manos del niño sí dejará una huella. La experiencia y los estudios de seguimiento dirán cómo es esa marca: positiva, negativa, o ambas, dependiendo del uso.
Mientras tanto, los niños tocan, miran y exploran, al tiempo que algunos padres se preguntan qué es conveniente y qué no. De la misma manera, esos niños cuando crezcan estarán dudando sobre alguna nueva tecnología hoy impensada que sus hijos tendrán al alcance de la mano.
extraído de http://www.cromo.com.uy/2013/04/los-ninos-de-las-pantallas-tactiles/

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